Entrenar con constancia cuando llevamos una vida llena de compromisos, trabajo, familia y responsabilidades no siempre es fácil. A veces, incluso entrenamos como vía de escape del estrés diario. Pero cuando ese estrés se vuelve crónico o demasiado intenso, puede empezar a afectar a nuestros entrenamientos más de lo que imaginamos. Por ello, en este artículo de EFAD te contamos cómo afecta el estrés a tus entrenamientos y cómo puedes evitarlo. ¡Vamos allá!
Desventajas del estrés en tus entrenamientos
Estos son los principales inconvenientes que provoca el estrés en tus entrenamientos:
- Aumenta el riesgo de lesiones: cuando entrenamos estresados, es más fácil desconectar del cuerpo, perder concentración o ejecutar los movimientos con mala técnica. Todo esto incrementa las posibilidades de sufrir una lesión.
- Disminuye la recuperación muscular: el estrés eleva los niveles de cortisol, una hormona que, en exceso, dificulta la reparación muscular y afecta al sueño, lo que se traduce en una recuperación más lenta entre sesiones.
- Reduce la energía y la motivación: si la mente está saturada, el cuerpo también lo nota. Aunque sigamos entrenando, lo hacemos sin ganas, sin intensidad y sin la energía necesaria para que el esfuerzo valga la pena.
- Impide la ganancia de masa muscular o la pérdida de grasa: el desequilibrio hormonal que genera el estrés prolongado puede afectar al metabolismo, dificultar la pérdida de grasa o incluso favorecer la pérdida de masa muscular, especialmente si se combina con poco descanso y una mala alimentación.
- Afecta el sistema inmune: el estrés crónico debilita nuestras defensas, lo que hace que seamos más propensos a resfriados o a sentirnos más bajos de energía, lo cual influye directamente en la calidad de los entrenamientos y en la constancia.
Cómo evitar que el estrés afecte a tus entrenamientos
Ahora bien, ¿cómo puedes evitar el estrés en tus entrenamientos? Te damos algunos consejos:
- Adapta el entrenamiento a tu nivel de energía: no todos los días tenemos la misma carga mental. Si estás en una semana especialmente intensa, opta por entrenamientos más cortos o menos exigentes. No se trata de rendirse, sino de escuchar al cuerpo.
- Incluye momentos de recuperación activa: caminar, estirar, hacer movilidad o incluso una sesión de yoga suave puede ayudarte a liberar tensión sin forzar el cuerpo, y además favorecerá la recuperación física y mental.
- Prioriza el descanso de calidad: dormir bien es clave. Si el estrés te está robando horas de sueño, intenta crear una rutina nocturna relajante, evita pantallas antes de dormir y dale al descanso la importancia que se merece.
- Cuida la alimentación para combatir el estrés: una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y grasas saludables, ayuda a regular los niveles hormonales y mejora la respuesta del cuerpo ante el estrés. Evita los alimentos ultra procesados y el exceso de cafeína si ya te notas alterado.
- Respira y date espacio: incorporar ejercicios de respiración, meditación o mindfulness, aunque solo sea durante cinco minutos al día, puede ayudarte a reducir el estrés y entrenar desde un estado mental más calmado y presente.
En definitiva, ya sabes cómo afecta el estrés a tus entrenamientos y no siempre es negativo, pero si no aprendemos a gestionarlo, puede convertirse en un obstáculo silencioso para nuestro progreso. Si te interesa mucho el mundo del fitness, puede que te guste el CFGS en Acondicionamiento Físico de EFAD. ¡Te va a encantar!
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