A veces sentimos que hay días en los que estamos a tope de energía en el gimnasio, y otros en los que el cuerpo simplemente no responde. No siempre se trata de la alimentación o del descanso previo: nuestro rendimiento físico también está profundamente influido por el ciclo circadiano, ese reloj interno que regula nuestras funciones biológicas a lo largo del día. En este artículo de EFAD te contamos los pasos para adaptar tu entrenamiento a tu ciclo circadiano. ¡Sigue leyendo!
Identifica tu cronotipo
Lo primero es saber si somos personas matutinas, vespertinas o intermedias. Este “cronotipo” determina nuestras horas naturales de mayor energía. Si nos despertamos fácilmente por la mañana y somos productivos desde temprano, es probable que nuestro mejor momento para entrenar esté en las primeras horas del día.
Si, en cambio, nos cuesta arrancar y funcionamos mejor por la tarde, nuestros picos de rendimiento físico llegarán más tarde. Escucharnos y observarnos durante una semana puede darnos pistas muy claras sobre esto.
Sincroniza tu entrenamiento con tu energía natural
Una vez que sabemos cuál es nuestro cronotipo, toca ajustar los entrenamientos a esos picos de energía. Las personas matutinas pueden aprovechar para hacer ejercicios intensos como HIIT o fuerza justo después de un buen desayuno.
Quienes rinden mejor por la tarde suelen tener su punto álgido entre las 16:00 y las 19:00, una franja ideal para entrenamientos más exigentes. No se trata solo de tener fuerza, sino de que el cuerpo responde mejor a nivel muscular, hormonal y neuromotor en esas horas clave.
Respeta los ritmos de descanso
Adaptar el entrenamiento al ciclo circadiano también implica respetar los momentos de bajada de energía. Por ejemplo, entrenar a última hora de la noche, cuando el cuerpo ya se está preparando para dormir, puede alterar la calidad del sueño y hacernos sentir más fatigados al día siguiente.
Si solo tenemos ese hueco disponible, conviene elegir rutinas más suaves, como movilidad, estiramientos o yoga. El descanso también es parte del entrenamiento y forma parte de ese ritmo natural que necesitamos mantener.
Ten en cuenta los ciclos hormonales
Durante el día, nuestras hormonas varían en intensidad. Por la mañana, los niveles de cortisol, que es la hormona que nos activa, están más altos, lo que ayuda a estar alerta y con energía.
Por la tarde, en cambio, aumentan los niveles de testosterona y temperatura corporal, dos factores clave para un buen rendimiento físico. Por eso muchas personas sienten que su fuerza máxima aparece en esas horas. Si entrenamos fuerza, esta franja puede ser ideal, mientras que el cardio puede encajar mejor por la mañana.
Escucha a tu cuerpo y sé flexible
Por mucho que conozcamos nuestro ciclo circadiano, cada día puede ser distinto. El estrés, la alimentación o la calidad del sueño alteran nuestros ritmos. Lo más inteligente es no forzar entrenamientos en momentos de baja energía solo porque “toca”, sino adaptar la intensidad, el tipo de ejercicio y la duración según cómo nos sentimos. Escuchar al cuerpo y ajustar el plan no es debilidad: es estrategia.
En definitiva, adaptar el entrenamiento al ciclo circadiano no solo mejora el rendimiento, sino que también reduce el riesgo de lesiones, optimiza la recuperación y hace que nos sintamos más conectados con nuestro cuerpo. En el caso de que esto te interese, puede que te guste el CFGS en Acondicionamiento Físico de EFAD. ¡Infórmate sin compromiso!
Si te ha parecido interesante este post y quieres ampliar conocimientos o promocionar en tu profesión te animamos a leer otros post sobre entrenamiento personal en nuestro blog.
Recuerda que en EFAD ofrecemos una formación específica en Dirección y Gestión del Deporte, Entrenamiento y Fitness y Nutrición Deportiva, puedes consultar toda nuestra oferta formativa en nuestra web: www.efadeporte.com

No hay comentarios