Todos hemos escuchado eso de “una copa no hace daño”, y puede que incluso nos hayamos tomado alguna cerveza después de entrenar pensando que no pasa nada. Pero cuando se trata de rendimiento deportivo, el alcohol juega un papel mucho más importante de lo que parece. Si te tomas en serio tu entrenamiento, conviene saber exactamente cómo afecta el alcohol en tu rendimiento deportivo. ¡Te lo contamos en este artículo de EFAD!
Disminución de la fuerza y la resistencia
Uno de los efectos más evidentes del alcohol es la reducción del rendimiento físico. Cuando bebemos, nuestro sistema nervioso central se ve afectado, lo que disminuye la capacidad de coordinación y la fuerza muscular.
Además, el cuerpo no es capaz de generar energía con la misma eficiencia, lo que se traduce en una menor resistencia durante el entrenamiento. Esa sensación de estar “pesado” o sin chispa al día siguiente de haber bebido no es casualidad: el alcohol está interfiriendo directamente en nuestra capacidad de respuesta física.
Alteración de la recuperación muscular
Después de un entrenamiento intenso, el cuerpo necesita tiempo y nutrientes para recuperarse. Es en ese proceso cuando se reparan las fibras musculares y se produce la adaptación que nos hace más fuertes.
Sin embargo, el alcohol ralentiza esa recuperación. Interfiere en la síntesis de proteínas, dificulta la rehidratación y puede aumentar la inflamación muscular. Todo esto hace que el proceso de recuperación sea más lento y menos efectivo, y que aumente el riesgo de molestias o lesiones.
Impacto negativo en el sueño
El descanso es fundamental para cualquier deportista, y el alcohol puede jugar en nuestra contra sin que nos demos cuenta. Aunque a veces nos parezca que una copa nos ayuda a dormir más rápido, la realidad es que interfiere en la calidad del sueño.
En concreto, reduce el sueño profundo, que es la fase más reparadora para el cuerpo. Dormir mal o tener un sueño fragmentado afecta a nuestra capacidad de concentración, a la coordinación motora y a la energía que tendremos para el siguiente entrenamiento.
Deshidratación y pérdida de minerales
El alcohol en tu rendimiento deportivo tiene un efecto diurético, lo que significa que favorece la pérdida de líquidos. Esta deshidratación va acompañada de una pérdida de minerales esenciales como el potasio, el magnesio o el sodio, claves para la contracción muscular y el equilibrio del organismo.
Si entrenamos deshidratados, es mucho más fácil que nos sintamos agotados antes de tiempo o que suframos calambres, mareos o bajadas de rendimiento.
Alteraciones hormonales
Por último, no podemos olvidar el efecto del alcohol en tu rendimiento deportivo sobre nuestras hormonas. El consumo regular o excesivo puede reducir los niveles de testosterona, una hormona clave para el desarrollo muscular, la fuerza y la recuperación.
También puede alterar el equilibrio del cortisol, que en exceso contribuye al catabolismo muscular. Todo esto no solo frena nuestros progresos, sino que puede afectar también al estado de ánimo y la motivación.
En definitiva, ya sabes cómo afecta el alcohol a tu rendimiento deportivo. No se trata de demonizar el alcohol ni de prohibirnos una copa en una ocasión especial. Pero si queremos rendir al máximo, sentirnos bien y progresar en nuestro entrenamiento, vale la pena ser conscientes de cómo afecta el alcohol al cuerpo. ¿Quieres saber más sobre nutrición deportiva? Seguro que te encanta el Diploma de Especialización Universitaria en Nutrición Deportiva de EFAD. ¡Infórmate sin compromiso!
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